domingo, 29 de junio de 2008

Bálsamos


Cae la noche en el viejo Cilindro y detrás del mítico estadio Perón sucede un festejo. Medido, razonable pero cargado de emoción. Atrás queda un drama que ningún hincha de fútbol quisiera vivir y mal hacen -hacemos- quienes opinan sobre este deporte en rotular como drama un transitorio descenso. Seis meses detrás de una obsesión, ya no un fantasma, comunicado con subtitulados catástrofe y editoriales apocalípticas.

De repente llega una andanada de mensajes de textos: "Maxi y yo abandonamos los antidepresivos", "ahora necesito dormir", "chau calvario", dicen los tres primeros. No es para tanto, pienso, aunque sobrevivir al fútbol mediatizado de estos días requiere de aplomo, mucha fuerza interior, extrema serenidad.

El gol de Maxi Morales le devolvió el alma a estos hinchas que hoy celebran un triunfo y mañana entenderán que ningún revés futbolero implica renunciar al amor de siempre, la felicidad de un puñado de horas, el orgullo defendido a flor de piel en virulentas reuniones con amigos. También entenderán que perder no es desaparecer ni claudicar al disfrute de un juego en el cual se gana y se pierde. Pese a que solo quien lo padece sabe del sufrimiento, ellos lo entenderán.

Estos amigos, cuando pase la borrachera y retornen al mundo, advertirán un paisaje diferente luego de un semestre con preocupaciones y sonidos de tragedia, con fraudes propios y ajenos, con cargadas crueles y nada folclóricas.

Pero deberán protegerse, eso sí, cuando una nueva ola de fantasmas imponga sus miedos y sus lenguajes tenebrosos. Están avisados.

lunes, 23 de junio de 2008

De qué sirve llorar

La referencia pertenece al film La historia oficial, ganadora del Oscar en 1986, cuyo momento destacado es ese breve diálogo entre Chela Ruiz y Norma Aleandro: "miren que nosotros lo intentamos y no nos sirvió demasiado". Arbitrariamente, podemos trazar una analogía con Racing pese a que el drama es diametralmente otro. Y hablar de Racing es adentrarse en esa historia recurrente de amores negados, de ilusiones afectadas, de conflictos irresolubles, de abismos permanentes, de dolores profundos y tangibles.
No se comprende, por esa razón, la opinión de las filiales del exterior -"Nos conviene descender"- como tampoco se comprende la cascada de errores que desembocaron en este infausto presente.
De cara a la promoción con Belgrano de Córdoba -a quien su gerenciamiento aún no hizo mella-, si se concede, cabe inflar el pecho y alistarse. Por todos esos hinchas de Racing que hoy dan la cara y enfrentan estos días llenos de angustia y llenos de tormentos y llenos de fantasmas merodeando todos los aires y todos los hogares celestes y blancos, desde este espacio, humildemente, imploramos el desenlace. Otro domingo nos sigue esperando.

miércoles, 11 de junio de 2008

El amor y el espanto


Previo al controvertido match ante Huracán, Claudio Ubeda (329 partidos y emblema del Racing campeón 2001) recibió una plaqueta-homenaje de manos de otra gloria albiceleste, el inmortal "Chango" Cardenas. En representación de qué institución se entregó el galardón configura todo un misterio: ¿la gerenciadora?, ¿el síndico?, ¿la Asociación Civil?, ¿La Guardia Imperial?, ¿la fundación Cárdenas?

Posiblemente ninguno y todos a la vez. En definitiva, si algo aprendió Racing en la última década, la década infame como profesan sus hinchas, es a convivir con pesares, desencuentros, olvidos, renuncias, vacíos, miedos. Es su marca distintiva de los últimos años, su seña de supervivencia en un presente de espantos.

Con esa mochila enfrentará el trascendental duelo ante Colón en 10 días. Y no escasearán esas zancadillas del ambiente obsesionadas con Racing -sea para irradiar complots a favor y en contra, desmerecer su hazaña, deshojar internas o promover editoriales ansiosas de espectacularizarlo todo-, como tampoco faltará esa procesión de creyentes para quienes Racing es padecimiento y bandera de orgullo.

En definitiva, así como no hay política sin mito, tampoco hay fútbol sin mito. Desde esa matriz actualmente imposible de anclar en algo concreto (gerenciamiento, asociación civil, etc.), la Academia viaja a Santa Fe no solo para evitar un descenso doloroso, también se percibe olor a ciclo cancelado como parte de una historia a reescribir. Una vez más.

domingo, 8 de junio de 2008

Detrás de la victoria

Inteligencia, grupo, intérpretes, solidaridad, unión, objetivos. Todas palabras que forman el riquísimo decálogo conceptual de Diego Simeone. Campeón por segunda vez en Argentina, huelga destacar a quien moldeó a este River complejo, inestable, aunque justo ganador del Clausura 2008. Y si bien los técnicos no juegan y muchos desconfían -con razón- de su total influencia, aquí sí revistan atributos que conducen a la responsabilidad del entrenador. ¿Cuáles? Uno solo pero muy importante: inculcarle a sus dirigidos un genuino espíritu de lucha amén de convicciones y sentido de equipo. La victoria de River, por esa razón, es casi toda de Simeone y no viceversa.
Pero hay otras lecturas que dispara este nuevo título millonario, el número 33 de su suculenta foja. "Campeonato de la necesidad" como lo definió el Cholo, River sufrió este torneo. Por las urgencias que gobiernan al fútbol, por la deficitaria gestión actual y, sobre todo, por la noche más dolorosa en la historia del club. Las derivaciones de aquel duelo copero ante San Lorenzo persisten en los hinchas. Aquello fue una estocada fulminante al orgullo, un quiebre en la identificación con los colores, una daga directa al corazón. Allí esta el maíz como prueba inapelable. Reponerse a ese vendaval interno y externo configura el mérito principal del nuevo campeón.
De todos modos, conviene separar los tantos a riesgo de que la fiebre exitista oscurezca los últimos sucesos. River de aquí en más tendrá una exigencia superior en todos los órdenes: como se dijo en este espacio, jugar mejor, liberar ansiedades, apuntalar las divisiones inferiores, reordenarse deportiva e institucionalmente. Tarea que demandará esfuerzos colectivos y compromiso dirigencial. Al cabo, nadie resurge sin voluntad y ganas de salir adelante. Ni siquiera quienes presumen de eternos ganadores, como si el éxito fuera nada más que juntar victorias en fila sin importar maneras, circunstancias, gustos, tradiciones.
Dicen que los campeones revelan cosas. Este logro de River, sufrido y festejado, no acredita un cheque en blanco: también conlleva desafíos y abriga esperanzas. El partido más importante, contra toda estadística, aún no lo ganó.

martes, 3 de junio de 2008

Un torneo de colección


Pasaron ya 4 años del mejor triunfo griego de toda su historia. No muchos, ciertamente, recuerdan el gol de Angelos Charisteas que le devolvió el alma al país de los sabios. En rigor, aquella victoria en suelo portugués ante el promocionado seleccionado local (le ganó 2 veces, una en la fase de grupos) será recordada más por sus connotaciones extrafutbolísticas que por el juego exhibido a lo largo del torneo. Un dato: Grecia no clasificó a la Copa del Mundo Alemania 2006.

Lo cierto es que, futboleros como somos, nos apasiona la Eurocopa. Las razones son variadas y de distinto tipo, por ejemplo, están quienes destacan la calidad de jugadores cotizados en cifras millonarias, los que se deslumbran por la presentación de los estadios y el show de cámaras, los que se interesan por el presente de calificadas selecciones y están también -me incluyo en este grupo- aquellos que valoran la importancia otorgada por los europeos al certamen ("más trascendente que una copa del mundo", según algunos estudios de mercado). En todos los casos, existe un elemento unificante: contagiarse del clima mundial al cual somos tan afectos.

De cara a una nueva edición (televisa íntegramente la cadena hispanoamericana ESPN), sobran atractivos. Pese a la eliminación de Inglaterra en la fase preliminar, Italia, Alemania, Francia, España, Holanda y Portugal sacaron boleto. Secundados, además, por equipos respetables y curtidos en competiciones de alto nivel como República Checa, Croacia, Polonia, Rusia y los anfitriones Austria y Suiza. También el último campeón y la ascendente Turquía dirán presente. Con un detalle en el calendario: Francia e Italia, últimos finalistas del mundial, comparten la competitiva zona C junto a Holanda y Rumania. ¿Más? El posible cruce Alemania-Italia en cuartos o semi, una especie de revancha para los germanos tras la derrota -muy festejada por estas latitudes- hace 2 años.

Como se advierte, lo que se viene son días intensos para el televisor.