domingo, 31 de agosto de 2008

Barajar y dar de nuevo


Disputadas cuatro fechas, difícil será el tránsito de All Boys por la B Nacional. Motivos, varios: a diferencia de rivales como Brown de Adrogué o Talleres de Escalada, los opononentes suelen no perdonar las chances de gol, el plantel sufrió lesiones vitales (entre ellas Stefanatto, Solchaga, Scamporrino, pilares del ascenso) y no hay certezas sobre quién asume la conducción si el Chino Zárate está apagado o lo debilitan a patadas o se fastidia con el mundo. La condición de local inexpugnable de algunos clubes y la ausencia de visitantes son otros dos factores que conspiran contra la permanencia en la categoría.

Así las cosas, cobra imperiosa necesidad una victoria y algunas modificaciones en el dibujo táctico. Por qué no darle más tiempo al promisorio Bugliotti y un descanso a Pavone, cada vez más semejante a corpulento Facundo Diz. Asimismo, parecería sensato retrasar a Vieytes en la zona media y sumar a Javier Umbides en la gestación ofensiva, problema este último insoluble cuando las urgencias apremian y el equipo sucumbe al pelotazo repetido e inútil. De Bartelt, viejo y querido goleador, cabe esperar un contacto más fluído con la red.

Con un calendario complejo hacia adelante, bienvenido un serio replanteo a esta altura del certámen. Equivocarse y corregir sobre la planificación, son acciones que permiten no echar por la borda la jerarquía recobrada el último año.

sábado, 23 de agosto de 2008

El primero de los últimos


La quinta temporada del reality "Atlas, la otra pasión" (Fox Sports) ofrece interesantes elementos de análisis para conocer los mundos excluídos del fútbol de ascenso, sus tenaces esfuerzos de supervivencia, los escondidos paisajes donde un conjunto personas, a puro esfuerzo, defienden el derecho de jugar y vivir de lo que aman.


¿Es Atlas el más pobre de los pobres, como pregona incansablemente la publicidad televisiva?. El nuevo ciclo mostró algunas curiosidades: una prueba de jugadores multitudinaria, flamante entrenador (con perfil alto), refuerzos de categoría, pretemporada en la costa, auspiciantes en abundancia, asesoramiento empresario y un deseo, regresar a la C.


Posiblemente, el presupuesto de la entidad de General Rodríguez no es idéntico al de los viejos tiempos. Posiblemente, además, los objetivos institucionales hayan variado sustancialmente. Sin embargo, el envío insiste con los transitados tópicos del comienzo: dirigentes con su máquina de escribir, escenarios castigados por el olvido, determinados oponentes con economías ventajosas, la carencia como telón de fondo.


Lo que sí parecerían haber cambiado son las perspectivas . Si en las otras ediciones, y pese a pequeños indicios de progreso puestos en relieve, el destino final del club era la derrota porque allí se justificaba el leimotiv del envío, ahora los esfuerzos focalizan en la gloria perseguida obsesivamente, sea como redención de los desplazados o bendición de un proceso dirigencial cuyos esfuerzos no se discuten. En el fondo, lo que emerge es la sabida consagración de la televisión con las luces restallantes de su espectáculo. Los propios productores del programa lo anuncian, "las cámaras mostraran los sacrificios de una institución que empieza desde el último puesto del fútbol argentino".


No obstante, los constrastes devienen nítidos. Próximos en la distancia y en la categoría; mientras una reconocida empresa de micros recoje a la muchachada de General Rodríguez, un descascarado colectivo escolar se interna en los confines del conurbano bonaerense. En su interior, un puñado de jugadores amateurs sueñan con enfrentar a Atlas.

martes, 12 de agosto de 2008

Energúmenos

"Ya no hay hinchas en las malas", opinó el ex jugador y ahora comunicador Diego Latorre, hace un par de meses, ratificando sus amplios conocimientos como analista deportivo. La reanudación del torneo oficial entregó pistas que avalan aquella sentencia: impaciencia en la boca, bronca en San Lorenzo, apretadas en Racing, desencanto e insultos en La Plata, éxtasis en Tucumán y Rosario, por citar algunos ejemplos.

Ocurre que ver fútbol en Argentina es internarse en un mundo sometido a las implacables lógicas del éxito, sazonadas por descalificaciones tribuneras que envidiarían ciertos moderadores de diarios digitales. Nada nuevo, al cabo, pero sí dato alarmante en tanto se afirma (y cada vez más) un modo de entender el deporte que ya no tolera adversidades, valoriza desmedidamente ocasionales vencedores y lesiona -acaso definitivamente- el origen primario de un juego en el cual ganar y perder son condiciones necesarias de ese juego.


Nótese, sino, los siguientes ejemplos: en apenas un mes, River pasó de una salvaje agresión de un sector del público a una celebración pomposamente organizada, Boca compró un proyecto privatista y expulsivo solo por los seguros resultados del fútbol y vaya uno a saber el destino de Racing -gerenciamientos mediante- si la sucesión de desdichas continúa. La maquinaria del éxito, está visto, no reclama evaluaciones ni permite pensar.


Aceptadas las urgencias de turno y aceptados los hinchas en las buenas, es de esperar escenarios convertidos en tierra fértil para bravatas de toda índole y partidos tensos con desenlaces bélico-dramáticos. Quizás sea una manera de disfrutar -sean simpatizantes, jugadores, periodistas, dirigentes-, o de adosarle intensidad a un deporte que ya el escritor Enrique Carriego definía hace 70 años como "energúmenos defiendo a sus ídolos, hombres que van al circo a presenciar una lucha, el alma colectiva de nuestro pueblo futbolista".


Aunque con matices, vale decir: prescindiendo de su asumido desprecio, aquel fútbol que describía Carriego ofrecía un costado humano imposible de soslayar. Y de eso se trata proyectando a futuro; de historias que robustecen conductas, de recuerdos que admiten derrotas, de hinchas menos nerviosos e igual de apasionados.

viernes, 8 de agosto de 2008

Hijos


Con el mismo instinto de justicia, Renzo Giménez, hijo del ex árbitro sadrista Daniel, despuntaba su particular modo de aplicar rigor golpeando a chicos humildes del sur chaqueño. No solo los agredía con encomiable coraje, también los exponía públicamente disfrazado, aparentemente, mediante un seudónimo inventado de esos que tanto proliferan en la web: "Zinho Da Silva".


Su acción, subida con orgullo al portal youtube, revela un comportamiento y desnuda la mirada prejuiciosa de un sector social que exhibe sin pudores odios viscerales. Odios de clase. Odios profundos que algunos hijos de sesera escuálida repiten mecánicamente. En 1996, papá Daniel ya le había advertido al mundo futbolero cómo son y cómo actúan los Giménez: omitió intencionadamente dar un minuto de silencio como repudio al terrorismo dictatorial.


Afortunadamente, Renzo y muchos otros diseminados en barrios pacatos de Argentina, son apenas un segmento de una muestra más vasta. A la espera de una sentencia en la provincia de Tucumán, existen otros Hijos que no necesitan componer una identidad. Les alcanza con defenderla o recuperarla.

lunes, 4 de agosto de 2008

De burros y arrepentidos


La inminente salida de Ariel Ortega ofrece elementos de análisis sociológicos/psicológicos/médicos que no es materia ni mucho menos pretende abordar este blog. Contentémonos con señalar algunos aspectos del escenario inmediato que, según parece, encontrará al jujeño regalando gambetas en el fútbol árabe y a River con un (enorme) problema menos.

De movida, cabe reseñar los frescos antecedentes del burro: cocazo a Van der Sar y primera muestra del síntoma, algunos goles en España-Italia y tranco fallido por la competitiva liga turca con tramitaciones económicas pendientes, nuevo retorno a la Argentina y nuevos títulos locales aunque con distintas camisetas, iluminadas actuaciones ante su ex entidad con esmero inusitado y vuelta, finalmente, al club que lo vio nacer y que ahora negocia su retiro.

Con su habitual muñeca, José María Aguilar estiró una agonía precipitada por sus sucesivos desplantes, su adicción avanzada, su negación a que el tiempo, irremediable y cruel, también pasa para los ídolos. Una vez más, Simeone evita el naufragio de la institución: basta constatar que su sola presencia -no contaminada de euros españoles, amor a las barras y cuentas locarnianas- libera al millonario de un conflicto serio que amenazaba con propagarse puertas adentro dado la inequívoca ecuación planteada por circuntancias que hasta un púber advierte con antelación: o se iba el burro o el Cholo adelantaba su regreso a Madrid. Asimismo, y no es un dato menor, el caso Ortega revela la complejidad de poner orden en ese club.

De aquí en adelante, entonces, River podrá ganar o perder, salir primero o último, ganar Copas internacionales o copitas estivales, pero indudablemente esta determinación del deté abre las puertas para un camino menos ríspido, más sano, cuyo horizonte final estará en diciembre de 2009.

Por lo demás -y de no mediar otra sorpresa de Aguilar-, Ortega deja River siendo campeón, con goles inmortalizados en el alma de los hinchas y una herida que costará reparar. La historia, a diferencia del vicepresidente Cobos, seguramente lo juzgará mejor.