jueves, 23 de octubre de 2008

Soles y nubarrones


Como lo fue Maradona para Bilardo en 1986 o Abelairas a Simeone en el Clausura 2008, el retorno de Pablo Solchaga al equipo blanco puede torcer la historia del acalambrado andar de All Boys en la B Nacional (8 puntos sobre 33). Una vuelta esperada desde el 29 de marzo, día que se rompió los ligamentos cruzados ante el Armenio de N.Nakis. Confirmado el regreso del "Rey Sol" al once titular, los números de su legajo justifican el entusiasmo generado entre los hinchas: un total 127 goles, de los cuales 90 los hizo en el albo (2001-2003 / 2004-2006 / 2007-2008) constituyen una prueba inapelable de lo que significa All Boys para Solchaga (y viceversa).

Sin embargo, conviene ser cautos frente a otras novedades en la plantilla. Curiosamente, el club incorporó al volante Patricio González (ex Arsenal) y está por sumar a Mariano Campodónico, centrodelantero que viene de ser campeón con San Martín de Tucumán. Una primera lectura indica que la dirigencia interpretó muy bien el momento deportivo del blanco y negro : lesiones, poco recambio e inexperiencia dinamitaron en solo 11 fechas la esperanza de una estadía próspera y confortable en la segunda categoría.

Las dudas, en todo caso, descansan en la zona de ataque, principal déficit del equipo en la divisional (9 goles). De movida, cabe interrogarse si estos re-refuerzos suplen la ausencia de un socio, un aliado confiable, una variante, al "Chino" Zárate. Desconectado el diez, lesionado Scamporrino hasta 2009, las chances se reducen al irregular Javier Umbides o a un adelantamiento posicional de Sánchez o del arribado González. Nota: las proyecciones del rosarino Vella no son las de Grana y Vieytes no logra ensamblar ni con sus compañeros ni con él mismo. Pocas alternativas, en suma, pensando en que 8 de 11 partidos All Boys empezó en desventaja.

El otro dilema responde a la colección de centrodelanteros que alista el plantel. Solchaga, Pavone, Bartelt -quien, de todos modos, se mueve por todo el frente de ataque-, Gigliotti y eventualmente Campodónico, instalan la tentadora opción de juntar a dos atacantes "por adentro", como dice la jerga futbolera. Algo que puede intimidar a rivales pero conlleva riesgos. ¿Cuáles? Centros y más centros, la postergación de Agustín Torassa y el ensimismamiento inútil de los nueves.

Con todo, suena sensato no anticiparse a posibles adversidades ni ahondar en el esceptiscismo. Este plantel dio sobradas muestras de acallar señalamientos. Solchaga puede dar fe.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Del hall al cabaret (o viceversa)


La guardia periodística apostada en la Boca no debe confundir a plantel y dirigentes de los restantes cuatro grandes ni a representantes de otras divisas. Así como la pelota no descansa, lo mismo cabe para las cámaras. Las cámaras y show del fútbol son actores protagónicos de la saga.

El tema es viejo y recurrente pero alarmante en sus novedosos capítulos de solo reparar en que una disputa entre dos jugadores -no casualmente enfrentados a través de los medios-, sumada a la conducta de un arquero en crisis, condicionan el humor de un segmento del público.

Un botón de muestra sin pretensiones científicas: quien simpatiza con un club, en buena medida no se aflige solamente por una transitoria derrota sino por la narración periodística de ahí en adelante capaz de admitir comentaristas evaluando el destino de entrenadores cuestionados, agentes de prensa partidarios editorializando agresivamente sobre sus rivales, transmisiones en cadena con el rostro de los perdedores. Circo variado en sus contenidos, gozoso y con múltiples resonancias.

Hoy le toca a Boca ser centro de los flashes, aunque nadie sale indemne de acuerdo con una lógica de época en la cual veinticuatro horas de programación tampoco bastan para emitir nuevas crónicas sobre la nada. Notas de un vacío cultural que interpela a una porción de las audiencias en dos sentidos: cuando ceden sus propias opiniones al cronista de turno y cuando olvidan cuál es el libreto que recita el monopolio desde hace dos décadas.

Existen, pese a ello, acciones imperceptiblemente emancipatorias. Por ejemplo, saber que entre el hall y el cabaret, hoy tan habituales, hay una escala que vale la pena. Y allí también hay fútbol.