lunes, 23 de febrero de 2009

Así gana el Madrid


Nota: Aprovechando las ventajas de internet, nos tomamos una licencia y publicamos un artículo que problematiza aspectos ceñidos al fútbol no siempre discutidos. Es interesante, en tal sentido, observar cómo se sitúa el debate futbolero en los medios gráficos españoles. De un lado, el influyente y madridista diario Marca como referencia obligada, del otro el catalán Sport y sus firmas respetables y muy bien conceptuadas. Prometemos seguir las narraciones periodísticas en otras latitudes, con la firme convicción que los partidos actualmente también se juegan en las redacciones y los estudios de tevé.


Aznar y el equipo del poder
Por Lluís Mascaró (Diario Sport de Barcelona)

El grupo ‘Un crit valent’, que lidera el abogado Jordi Medina, ex candidato a la presidencia del Barça, está preparando un informe en el que demostrará que el Real Madrid ha ganado, a lo largo de su historia, 19 Ligas de forma fraudulenta. Básicamente por ser lo que entonces se llamaba ‘el equipo del gobierno’. Es decir, del franquismo. El robo político de Di Stéfano, el estrangulamiento económico del club blaugrana tras la construcción del Camp Nou y los escándalos arbitrales teledirigidos por José Plaza provocaron que, durante más de tres décadas, el Barça sólo pudiera ser campeón en cuatro ocasiones, mientras que el Madrid se llevó, en el mismo periodo, 18 títulos.Con la llegada de la democracia la historia también cambió para el fútbol y para el Barça. En los últimos veinte años –y más desde el fichaje de Cruyff como entrenador–, el balance se ha igualado: 11 Ligas para el Madrid y 8 para el Barça. El Madrid ha dejado de ser, oficialmente, el ‘equipo del gobierno’ porque cada gobierno ha tenido su equipo. Aunque, en realidad, el Madrid nunca ha dejado de ser el club del poder político pero, sobre todo, del poder económico. Una sensación que alcanzó cotas escandalosas durante la presidencia de Florentino Pérez, que aprovechó sus relaciones con el Partido Popular (que gobernaba en la ciudad, en la Comunidad Autónoma y en el Gobierno del Estado) para recibir descarados tratos de favor (léase el ‘pelotazo’).El palco del Bernabéu fue, en esos años, el mayor centro de negocios del país. Algunos de ellos muy turbios. Y, por supuesto, muy lucrativos para unos cuantos. El imperio del ladrilllo se adueñó de la zona noble del estadio madridista al mismo tiempo que España se iba hundiendo cada vez más en la burbuja inmobiliaria... hasta que estalló. En el Camp Nou, sin embargo, se continuó hablando sólo de fútbol. Porque el auténtico poder, aunque a veces nos cueste reconocerlo, está en Madrid. Por eso ahora, Florentino Pérez quiere volver a mandar en la Casa Blanca. Tanto que está dispuesto a quitarse la careta y hacer tándem electoral con José María Aznar, ex presidente del Gobierno y declarado madridista.Si lo consiguen, se cerraría el círculo. El poder político y el económico, unidos en una misma causa: volver a construir un Madrid galáctico. Afortunadamente, el Barça está ahora más preparado que nunca para afrontar esta nueva acometida. El proyecto tiene una base muy sólida.

domingo, 1 de febrero de 2009

Grandes sin grandeza


Mucho se ha escrito y opinado sobre la crónica crisis de River. No obstante, revisando las últimas campañas de los grandes, emergen otros dos casos de clubes también sumidos en padecimientos constantes, medulares, de compleja resolución. Crisis y problemas que acaso testimonian no solo una coyuntura adversa, sino un cambio de época, un nuevo tiempo futbolero, una inédita manera de interpretar la vieja gloria con otras variables.

Cómo analizar, en tal sentido, las actuaciones de Independiente (18º en él último Apertura) y Racing (en promoción). Cómo situarlos hoy en un escenario donde no son candidatos ni presentan figuras en sus planteles ni revalidan, en suma, el rótulo de "equipos grandes". Cómo entender los hitos de una historia que fue mutando hasta convertirse en relato necrológico, amarillento, sin ninguna gravitación en el presente.

Una muestra: ayer, en un partido de verano entre Gimnasia de La Plata e Independiente, los roles parecían invertidos. Desde la disposición en el rectángulo hasta la convocatoria en las tribunas, el lobo encarnó el protagonismo estelar. Y si bien hay atenuantes (escasa importancia del público rojo al certamen, zona túrística donde veranean una significativa porción de triperos, rendimiento desparejo y deslucido de Independiente en los partidos anteriores), el dato no es menor y configura un hecho curioso que suscita lecturas.

Por un lado, ciertos clubes denominados chicos, lejos de ser convidados de piedra o actores secundarios confinados a los márgenes, crecieron local e institucionalmente hasta absorber presiones y fortalezas que eran patrimonio de los grandes. Por otro, los equipos que nos ocupan (Independiente, River y Racing) penan por su presente deportivo a partir de un pesado lastre: viejas y actuales dirigencias fracasadas, miopes, deshonrosas, responsables primeras del colapso. Sumado a ello, una endeblez anímica galopante en los tres que inhibe de imaginarlos reinventados, heroicos, retornados al sitio importante que supieron ocupar.

De acuerdo con este panorama, y volviendo a los interrogantes formulados en el comienzo, habrá que prestar atención a un fenómeno que parece despuntar -y deberá estudiarse a fondo- en el fútbol doméstico: así como los chicos no aceptan su histórico lugar de reparto, los grandes de hoy, aunque le pese a los hinchas, inician un camino novedoso donde el orgullo por la grandeza de ayer solo aplica para museificaciones o compactos de archivo en tevé.