miércoles, 26 de marzo de 2008

Los caminos del cambio


Cumplido el undécimo partido oficial de la era Simeone (7V-3E-1D), es tiempo de evaluar alcances y limitaciones del nuevo ciclo. Empezemos por las comparaciones. Auspicioso en los números y deficitario en el juego, es evidente que esta versión 2008 del millonario nada tiene de semejante al equipo dirigido por Passarella.

Por empezar, el ítem actitud no es un tema menor para River y allí se nota la arenga motivadora del deté. Exagerado en las gesticulaciones, inquieto para vivir los partidos, acaso algo confuso en las indicaciones a sus dirigidos, logró transmitirle ansiedad y adrenalina a jugadores acostumbrados a trabajar a reglamento. Y si algo necesitaba River era una inyección de ganas, una clase de carácter, teniendo en cuenta los desvaríos en los últimos torneos.

Otro punto a favor remite a los resultados. Bien posicionado en la Copa y el Campeonato, los números avalan a la flamante gestión. Veámos: invicto y con apenas dos goles en contra en el Clausura, rompió la racha sin ganar de visitante (la última había sido el 21 de Octubre de 2007 ante GELP), salió airoso de escenarios adversos como Ñuls o Estudiantes y se encamina a pasar de ronda en la libertadores tras el papelón del año pasado. Con un agregado: la aparente solidez defensiva exhibida hasta aquí no suele caer mal en Nuñez aunque se resigne protagonismo. Recordemos, por citar dos ejemplos, el primer River de Passarella (89-93) o el de su sucesor Gallego (1994).

Ahora, ¿alcanza para ganar alguno de los títulos en danza? Parece difícil. Sin consistencia para tener el balón, le falta juego a esta formación y no es buen síntoma juntar a Ahumada, Ponzio o
Domingo, como ocurrió ante la floja Universidad Católica en condición de local. ¿Qué puede esperarse contra el San Pablo o el Fluminense? Asimismo, subsisten desacoples de funcionamiento que obligan a ser cautos. No casualmente Juan Pablo Carrizo es la gran figura de este equipo. En tanto, poco se puede decir del nuevo desatino dirigencial en alquilar el estadio para recitales. O sí: para el fútbol de River no es negocio resignar el Monumental.

Pese a ello, ningún resultado negativo debiera interrumpir el proceso iniciado por Simeone. Con esa obsesión por el trabajo y el entusiasmo rebosante que impuso el entrenador, el horizonte deviene auspicioso si prevalece idéntico espíritu y se mejoran aspectos vitales del juego. Ocurre que después de naufragar en escándalos y vergüenzas de todo calibre, bienvenida sea la seriedad en River. Ya habrá tiempo para grandes emociones.

1 comentario:

Pavlo dijo...

Creo que el partido contra Central es el que había que perder si es que hay que perder uno. Aún sigue puntero y lo veo bien en la Copa. ¿Que no juega bien?
Que queda para los demas entonces...

Abrazo