miércoles, 7 de diciembre de 2011

ALL BOYS //

Pasaron casi 6 meses y 8 partidos oficiales del último triunfo de All Boys en el Islas Malvinas, escenario adverso según opiniones rivales y sede donde el cuadro de José Romero produjo un suceso tras su retorno a Primera luego de 30 largos almanaques. Fue el 11 de junio de este año cuando el cuadro de Floresta derrotó a un pavoroso Gimnasia y aseguró, de este modo, su permanencia en la máxima categoría, una fecha antes del epílogo de aquel torneo no exento de emociones y sufrimientos. El gol lo convirtió el actual suplente de San Lorenzo, Emanuel Gigliotti, quien hoy poco o nada recuerda del club que lo proyectó a otro umbral de reconocimiento, ambientado en un clima de extendida euforia al esquivar, finalmente, la promoción y cumplir con el objetivo de seguir en Primera, incluso alimentado con señas postivas que dibujaban un futuro con nuevas sonrisas, nuevos desafíos y nuevas estrategias para corregir determinados aspectos perjudiciales en la temporada 2010/2011.

Promediando el presente Apertura, el jubiló cedió a la preocupación y ciertos cuestionamientos - algunos desmedidos, otros tendientes a revisar errores para mejorar- habida de cuenta de magros resultados, combinados con signos evidentes de impotencia al no haber tomado suficientes recaudos para afrontar, con mayores seguridades, una categoría difícil de la que participan clubes grandes -con sus correspondientes presiones-, entidades que apuestan a la continuidad de sus exitosos proyectos e instituciones con respaldo provincial, algunas de ellas tonificadas tras sus recientes ascensoa. El dato elocuente del zigzaguante rendimiento de All Boys se expresaba, justamente, en su sequía de triunfos en condición de local, lo cual interrumpida la perniciosa racha no redime de los problemas mencionados, pero sí constituye un bálsamo y también una alegría mayúscula a raiz de las actuales circunstancias donde predominan ansiedades y acuciantes obligaciones. Ganarle a Argentinos Juniors, en tal sentido, tiene valor porque el cuadro de Romero necesitaba la victoria casi como Hugo Barrientos un descanso, aunque no menos relevante es haber entendido de la importancia de ganar de local, la plataforma principal de cualquier equipo que pretenda sostenerse en la divisional.

También la dimensión del rival reviste especial trascendencia. Con Argentinos existen abismales diferencias manifiestas en títulos, cantidad de temporadas en Primera y hechos relacionados con la fidelidad de los hinchas ante diversas situaciones. Pero la cercanía geográfica, sumado a un fenómeno del momento en propiciar rivalidades en desmedro de nudos históricos, hicieron de este partido un encuentro aparte que, para All Boys, significó volver a imponerse a este adversario en la A y en Floresta después de 35 años. Duelo, aquel de noviembre del 1976, con singulares incidencias: fue la única vez que el Albo le anotó 4 goles en Primera al cuadro de La Paternal y pisó el estadio de All Boys el mismísimo Diego Maradona, suplente del Bicho en ese entonces, reemplazante de Hallar. De ahí que se celebra el triunfo dado que no ocurre con frecuencia y, al mismo tiempo, alarga la nómina de victorias resonantes concretado el ascenso de 2010: solo falta Racing entre los clubes calificados.

Yendo al desempeño del equipo hubo sensibles mejoras con respecto a la concluyente derrota con Estudiantes, fundamentalmente por la vocación ofensiva y la disposición para ir a ganar el partido desde el comienzo. Claves Zapata, Salom y Torassa, se revela imprescindible que Pérez García retorne a su nivel a fin de disponer de más consistencia y tenencia del balón, sobre todo por las dificultades que exhibe All Boys para cerrar los partidos. Prueba de ello fue el penal nuevamente malogrado por Matos que, de ningún modo, justifica las reacciones contra un delantero que honra esta camiseta y ya demostró sobradas condiciones para ser el 9 del Albo. En este tiempo donde no hay margen para conflictos contraproducentes, contar con Mauro es vital para terminar el torneo de la mejor manera, nada menos que con Boca y en la Bombonera, estación final de una itinerancia llena de sacrificios, renovadas esperanzas y disfrutes que, ojalá, prosigan en los tiempos que vendrán.

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