miércoles, 28 de diciembre de 2011

RACING //

Se van apagando los recordatorios del último título ganado por Racing, hace 10 años, que operó como suspiro, pequeño gran suspiro, ante un prolongado tiempo de desdichas y serios desórdenes institucionales. Auténtico acontecimiento popular, muchas son las imágenes y las evocaciones de aquel campeonato obtenido en una época turbulenta, coincidente con las derivaciones del estallido del 19 y 20 de 2001 cuando el pueblo argentino dijo basta. Claro que hubo otro aparente basta pero en el fútbol, con no pocas similitudes dada la intensidad de ambos sucesos, esos días de euforias y ansiedades contenidas, aunque diferentes cuando se analizan contextos, escenarios y contornos de las dos gestas. Alcanza un botón de muestra: un Racing gerenciado volvía a salir campeón después de tres décadas y media en el marco de furias extendidas contra bancos y empresas privatizadas, secuelas profundas del neoliberalismo que alcanzó también a los clubes, incluido el propio Racing.

Paradojas de una institución compleja y muy especial que motivó, al cumplirse el aniversario del título, lecturas lúcidas e imprescindibles como Racing Carajo, de Alejandro Wall, un minucioso trabajo en el cual desfilan historias no conocidas, hinchas militantes que dividían sus horas y sus esperanzas entre la Plaza de Mayo y una cancha de fútbol, personajes peculiares, relatos susceptibles de nostalgias varias y, sobre todo, la pasión que articula la obra en torno de dos sucesos imposibles de disociar. Afortunadamente tuvo amplia repercusión el libro de Wall y no es para menos. Por un lado, porque constituye un testimonio de colección fruto del encadenamiento de la trama y de su rigor; y por otro, honra a los hinchas de La Academia a través de la literatura, de modo franco y directo, en la vereda de enfrente de otras escrituras como Racing, una pasión inexplicable, del periodista Guillermo Salatino. Un texto pomposo este último que parece celebrar a Blanquiceleste Sociedad Anónima.

También se comentó bastante sobre el equipo campeón dirigido por Mostaza Merlo. Y no dejan de llamar la atención algunas cosas: cómo un plantel limitado y casi sin figuras
produjo semejante campaña (42 puntos, uno menos que el laureado y multimillonario Boca de Falcioni) al punto de postergar a un River fuerte y ambisioso. Rival duro hasta la última fecha, el equipo millonario finalizó un punto debajo en la tabla, tuvo al goleador del torneo (Martín Cardetti, 6 goles por encima del elegido mejor futbolista del mundo en Sudáfrica 2010, Diego Forlán de Independiente) y casi termina por arrebatarle el campeonato a Racing de no mediar el recordado bombazo del colombiano Bedoya, casi en el epílogo, y las situaciones dilapidades por el cuadro de Ramón Díaz en el trascendente encuentro disputado en la jornada 16. Sin embargo, empujado por su gente y algún fallo arbitral favorable, Racing logró quebrar el maleficio y desatar, de este modo, un ruidoso festejo en varios puntos del país. Título que tuvo aciertos del entrenador y la unión de un conjunto de jugadores conscientes de las obligaciones y sus posibilidades, lejos de conflictos de cartel o otras veleidades. El repaso del plantel, nuevamente, resulta significativo ya que a menudo aparecen nombres como Milito, Chatruc, Estévez, Úbeda, Loeshbor, Maciel, Bedoya, Campagnuolo, Bastía, Arano, Gustavo Barros Schelotto, -todos por su influencia-, pero la nómina se extiende a otros no tan reseñados, entre ellos "Pelotín Vitali", Maceratessi, Leo Torres, Viveros y algunos olvidados por gran parte del ambiente futbolístico; Arce, Loscri, Javier Lux, Luis Rueda, Principiano. Sobre los cimientos colectivos se gestó el campeonato que, como se dijo, exhibe otro pilar fundamental, acaso el más decisivo: los hinchas.

Precisamente los hinchas, ya en el cierre de los tributos por el 10º aniversario, se reunieron en un boliche de Plaza Italia con ex jugadores, dirigentes e invitados especiales no solo para festejar un simbólico campeonato, sino también para celebrar la pasión y exigir nuevas alegrías. Y aunque a veces se tiende a amplificar sobre la fidelidad y el espíritu irracional de la gente de Racing, existe algo no del todo perceptible en el vínculo de los simpatizantes con su club-como en seguidores de otras instituciones- que lo torna seductor. El apego a la historia gloriosa, el estadio Perón, las mil maneras de resurgir, quizás se trate de eso. O simplemente advertir un rasgo extraño, obstinado e inasible, en el friso de otras poderosas y no menos atrapantes identidades.

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