La quinta temporada del reality "Atlas, la otra pasión" (Fox Sports) ofrece interesantes elementos de análisis para conocer los mundos excluídos del fútbol de ascenso, sus tenaces esfuerzos de supervivencia, los escondidos paisajes donde un conjunto personas, a puro esfuerzo, defienden el derecho de jugar y vivir de lo que aman.
¿Es Atlas el más pobre de los pobres, como pregona incansablemente la publicidad televisiva?. El nuevo ciclo mostró algunas curiosidades: una prueba de jugadores multitudinaria, flamante entrenador (con perfil alto), refuerzos de categoría, pretemporada en la costa, auspiciantes en abundancia, asesoramiento empresario y un deseo, regresar a la C.
Posiblemente, el presupuesto de la entidad de General Rodríguez no es idéntico al de los viejos tiempos. Posiblemente, además, los objetivos institucionales hayan variado sustancialmente. Sin embargo, el envío insiste con los transitados tópicos del comienzo: dirigentes con su máquina de escribir, escenarios castigados por el olvido, determinados oponentes con economías ventajosas, la carencia como telón de fondo.
Lo que sí parecerían haber cambiado son las perspectivas . Si en las otras ediciones, y pese a pequeños indicios de progreso puestos en relieve, el destino final del club era la derrota porque allí se justificaba el leimotiv del envío, ahora los esfuerzos focalizan en la gloria perseguida obsesivamente, sea como redención de los desplazados o bendición de un proceso dirigencial cuyos esfuerzos no se discuten. En el fondo, lo que emerge es la sabida consagración de la televisión con las luces restallantes de su espectáculo. Los propios productores del programa lo anuncian, "las cámaras mostraran los sacrificios de una institución que empieza desde el último puesto del fútbol argentino".
No obstante, los constrastes devienen nítidos. Próximos en la distancia y en la categoría; mientras una reconocida empresa de micros recoje a la muchachada de General Rodríguez, un descascarado colectivo escolar se interna en los confines del conurbano bonaerense. En su interior, un puñado de jugadores amateurs sueñan con enfrentar a Atlas.
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