domingo, 29 de marzo de 2009

Modelo Bielsa


Marcelo Bielsa es, indudablemente, un técnico que genera controversias. Por su ideario futbolero, por sus modos de manejarse con medios podersos y por despojar de dramatismo a un ambiente corroído por el exitismo. Denigrado en la derrota, todavía convive con deudas que, además de restarle energía, maldice en su intimidad pese a refugios, exilios, apoyos del mentado entorno. ¿Cuáles? El mundial Corea-Japón 2002. Sin embargo, sus admiradores sabrán aceptar que no todo en Bielsa es altruismo puro. Permitirse disfrutar cuando sus equipos juegan bien, saber que no hay fórmulas mágicas para reducir la influencia del azar y reconocer que el número 10, el querido enganche, explica buena parte del atractivo de este deporte revistan como flaquezas del entrenador rosarino. Las fortalezas, claro, son muchas.Basta observar cómo juega la selección chilena. Números al margen (3º en la tabla, clasifica por ahora al mundial de Sudáfrica), resulta evidente que hay un plan estratégicamente diseñado por el ex conductor de Argentina. Protagonismo en todas las canchas, voracidad ofensiva, temple ante la adversidad son algunas de las cualidades del equipo trasandino modelo Bielsa(*). A lo que se añade, además, un puñado de jugadores que juegan bárbaro: Humberto Suazo, Matías Fernández y Alexis Sánchez, los más destacados.De persistir en esta tendencia, el fútbol chileno ingresará, más temprano que tarde, a una nueva etapa. Que obedece, fundamentalmente, a un cambio de mentalidad en la indiosincracia del jugador chileno. En su manera de sentir y entender el juego. Un dato: lejos de ser eterno partenaire en las competencias importantes, el equipo trasandino viene exhibiendo un sostenido crecimiento en base a garra, buen juego y, sobre todo, un estilo reconocible. Algunos ejemplos recientes: ganó por demolición ante Argentina y ante Perú aprobó con holgura en el ítem carácter. En definitiva, así como alguna vez los colombianos enriquecieron su juego tras el desembarco de Pederna y otros argentinos hace más de medio siglo, los aportes conceptuales de un entrenador puede darle un salto de calidad a los chilenos. Por ahora se trata de proyecciones, aunque se vislumbra que nada será igual en Chile después de Bielsa.


(*) no se aborda aquí la presunta -y sobredimensionada- influencia de los técnicos como únicos responsables de las victorias o derrotas, sino las ideas y su mirada en torno al juego.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Falcao, ese enigma


El colombiano Radamel Falcao es, posiblemente, uno de los tres mejores delanteros de 2009. Veloz, picante en el área, goleador (lleva 4 y para éste River es un montón), le agregó coraje a su juego y es capaz de inclinar la cancha a favor cuando no está Fabbiani, Buonanote se exilia de los partidos, Abelairas piensa en los silbidos o Rosales le tira a centros a Juan Carlos Farías, un socio vitalicio de la belgrano baja, muy querido en el club.

Claro que los méritos de Radamel no se circunscriben únicamente a su rendimiento en el rectángulo. Harto de todo hartazgo, harto de perder con Boca y Godoy Cruz, harto de contemplar los deslices de Ahumada, las fallas de Quiroga o Cabral, sus propias carencias, exigió referentes para el plantel. Sin quererlo, como bien se dijo, se convirtió en líder. Y en una pieza clave de este River inestable, propenso a derrotas implacables.

Un líder distinto, vale decir, por la preeminencia de dos facetas en torno a su desempeño. Todavía está vigente la imagen desteñida que mostró el colombiano el último año. Sin contacto con el balón, incapaz de desmarcarse ante concentradísimos rivales y con algunas cuentas pendientes (convertir en la bombonera no estaría mal), Falcao no se salvó de la flagrante mediocridad exhibida por el millonario.

Sus pobres rendimientos ante San Lorenzo y Nacional de Montevideo este año, ambos de visitante, renuevan las incógnitas. Pero no seamos tan rigurosos. Si bien lo suyo cobra brillo en el monumental y depende, en gran medida, de otros -los referentes que clamó a gritos-, Falcao viene apuntalando en base a fervor y oportunas apariciones a un River aún sin consistencia y con libreto discretito. Contrariamente a algunos de sus compañeros de plantilla, Falcao gana partidos. Una, dos, tres veces si se quiere, Falcao te salva.

lunes, 23 de marzo de 2009

La primavera, en marzo


Huracán del 73, la primavera social y futbolística de los argentinos, es un breve y a la vez notable estudio elaborado por el sociólogo Roberto Di Gianno, que analiza los cruces -nítidos, pertinentes, fundamentados- entre aquel equipo formidable dirigido por César Menotti y la situación política que vivía el país en los intensos setenta. El texto es un antecedente interesante para referirnos al promisorio Huracán de Angel Cappa, discípulo del Flaco, en la convulsionada -y no menos intensa- actualidad política.

Dice Di Gianno, en un tramo de su recomendable ensayo: "Eran tiempos en que la construcción de discursos que llevaban el sello de "lo nacional y popular" teñía gran parte de las actividades culturales de nuestro país, en momentos en que tenían una fuerte presencia los sectores populares que intentaban reinvindicar su producción cultural autónoma luego del período de desintegración social producto, en gran medida, de la modernización de carácter dependiente que se trató de implementar en el país. Una manifestación cultural importante como el fútbol, si bien de una manera no generalizada, tampoco estaría ausente de esa firme corriente de reacción contra la reciente experiencia de desnacionalización". ¿Alguna similud con el presente? No tanto.

Sí existen recurrencias que estimulan comparaciones. No parece casualidad que ambos equipos aparecen en momentos de la Argentina donde "lo nacional" y "lo popular" atraviesa de modo contundente la discusión política y los debates callejeros. Tampoco resultan azarosas las cualidades estéticas y las disposiciones éticas que, en el plano futbolístico, distinguen a los dos globos. Ambos son consecuencia de un plan estratégicamente elaborado, solo posible de aplicar en contextos determinados. Por otra parte, cabe puntualizar qué tipo de club es Huracán. Club orgullosamente de barrio, cuna de personajes malditos, inclasificables, bohemios, inconformistas; club del llamado "peronismo de izquierda" y de los actos políticos, club detestado y combatido por el poder y también club de viejos radicales; club de rockeros pretendidamente por fuera del sistema y club de naufragios, incertidumbres, enconos, ilusiones por venir.

Posiblemente haya más coincidencias y posiblemente forzamos semejanzas y actualizamos, sin ningún derecho, el análisis de Di Giano.

Sin olvidar, además, que el Huracán de Angelito es solo un proyecto de un puñado de partidos. Pero un proyecto colectivo, un puente hacia lo justo, una reparación histórica, un instante en la patria de la felicidad, una manera de mirar y sentir el mundo. Tenemos derecho.

martes, 3 de marzo de 2009

Piratas


En su edición del 3 de marzo, el diario La Nación publicó un extenso informe relacionado con la proliferación de sitios web que permiten piratear partidos de fútbol y eventos deportivos en todo el mundo. La nota, presentada con cierta corrección política, recoge opiniones divergentes de dirigentes y empresarios en torno al fenómeno. Primer dato: en su gran mayoría, representantes de las empresas que tienen los derechos exclusivos de las transmisiones no ocultan su preocupación. Segundo dato: el texto cita como ejemplo contundente el caso de la industria discográfica, cuya sangría de ventas no se detiene fruto del éxito de programas gratuitos que posibilitan bajar música. Tercer dato: la nota abunda en información referida al impacto que sufriría el poder del fútbol de continuar esta tendencia entre los usuarios.
Más interesante, no obstante, son los comentarios dejados por los lectores de La Nación -quienes precisamente no suelen cultivar la discreción y la tolerancia- respecto del artículo. Allí, encontramos reflexiones que, abrudamoramente, señalan al monopolio televisivo y sus exclusividades y paquetes carísimos como culpables de la piratería.
Es un avance en la conciencia de público que, al mismo tiempo, repone una paradoja vinculada a los dueños del fútbol. Cablevisión/Multicanal, por caso, ofrecen tanto el servicio de cable como el de internet dado que son ellos quienes concentran el negocio en materia comunicacional. Mientras el cable exige cifras astronómicas para ver los partidos, internet entrega una cómoda y rápida solución: ingresar al portal roja.directa para ver los encuentros desde ahí. Es decir, una rama del producto global combate a la otra.
En definitiva, y pese a justificar a los piratas del espacio, la solución final ante el despojo no proviene de paliativos ni gestos minísculos. Organizarse colectivamente, sea para discutir a la televisión u otros turbios negocios concretados entre sombras, es el desafío que nos debemos desde hace rato.

lunes, 2 de marzo de 2009

Un nuevo tipo de hincha

1975: River campeón después de 18 años

Las crisis provocan cambios, reacomodamientos internos, respuestas inesperadas. Para bien o mal, nada es igual a antes del cimbronazo. Y acaso está bien que sea así. Transformarse para seguir siendo. Claro que a veces hay que remar contra la corriente y asumir una realidad de oprobio. Pasa en la economía y en cualquier otro campo. En el caso del fútbol, resulta evidente que los últimas campañas de River repercutieron en el hincha. Lejos de la abundancia de otras épocas, hoy el simpatizante millonario sabe de austeridades, festejos en cuentagotas, triunfos circunstanciales, fortuitos, mediocres. Pero no se resigna y asiste masivamente. Por las alegrías pasadas y por la fidelidad a la camiseta. Es una explicación posible.
Otra interpretación refiere a los brumosos códigos del tablón: ese aguante que cotiza entre los fieles y tiene vinculación con un entramado de relaciones sociales imposible de mensurar con condenas morales. Son dos lecturas que merecen análisis específicos, por eso preferimos abarcar el fenómeno en sus aspectos más visibles. Como hace 30 o 40 años, River se hace fuerte en las tribunas. Así lo testimonian los datos oficiales (en el último Apertura fue primero en venta de entradas) y el clima en las populares. Con una diferencia sustantiva respecto de épocas anteriores: aquí no hay grandes jugadores ni equipos memorables ni castigos del azar. Ni siquiera un remanido y esperanzador "en las buenas y en las malas". Solo hay siluetas de un tiempo de gloria.

Ayer, cuando ya la catarata de goles de San Lorenzo era imparable, el hincha de River no resignó aliento. Y gritó su pasión. Y descargó su bronca. Como aferrándose al último bastión donde guarecerse del vendaval. Una búsqueda entendible del disfrute. Celebrar, ni más ni menos, que es un hincha. Con las alegrías y disgustos que supone.