Huracán del 73, la primavera social y futbolística de los argentinos, es un breve y a la vez notable estudio elaborado por el sociólogo Roberto Di Gianno, que analiza los cruces -nítidos, pertinentes, fundamentados- entre aquel equipo formidable dirigido por César Menotti y la situación política que vivía el país en los intensos setenta. El texto es un antecedente interesante para referirnos al promisorio Huracán de Angel Cappa, discípulo del Flaco, en la convulsionada -y no menos intensa- actualidad política.
Dice Di Gianno, en un tramo de su recomendable ensayo: "Eran tiempos en que la construcción de discursos que llevaban el sello de "lo nacional y popular" teñía gran parte de las actividades culturales de nuestro país, en momentos en que tenían una fuerte presencia los sectores populares que intentaban reinvindicar su producción cultural autónoma luego del período de desintegración social producto, en gran medida, de la modernización de carácter dependiente que se trató de implementar en el país. Una manifestación cultural importante como el fútbol, si bien de una manera no generalizada, tampoco estaría ausente de esa firme corriente de reacción contra la reciente experiencia de desnacionalización". ¿Alguna similud con el presente? No tanto.
Sí existen recurrencias que estimulan comparaciones. No parece casualidad que ambos equipos aparecen en momentos de la Argentina donde "lo nacional" y "lo popular" atraviesa de modo contundente la discusión política y los debates callejeros. Tampoco resultan azarosas las cualidades estéticas y las disposiciones éticas que, en el plano futbolístico, distinguen a los dos globos. Ambos son consecuencia de un plan estratégicamente elaborado, solo posible de aplicar en contextos determinados. Por otra parte, cabe puntualizar qué tipo de club es Huracán. Club orgullosamente de barrio, cuna de personajes malditos, inclasificables, bohemios, inconformistas; club del llamado "peronismo de izquierda" y de los actos políticos, club detestado y combatido por el poder y también club de viejos radicales; club de rockeros pretendidamente por fuera del sistema y club de naufragios, incertidumbres, enconos, ilusiones por venir.
Posiblemente haya más coincidencias y posiblemente forzamos semejanzas y actualizamos, sin ningún derecho, el análisis de Di Giano.
Sin olvidar, además, que el Huracán de Angelito es solo un proyecto de un puñado de partidos. Pero un proyecto colectivo, un puente hacia lo justo, una reparación histórica, un instante en la patria de la felicidad, una manera de mirar y sentir el mundo. Tenemos derecho.
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