martes, 22 de enero de 2008

El dóping como única salida

Nos alejamos un momento del fútbol y ponemos el ojo en el tenis, más precisamente en el primer grand slam del año que se está desarrollando en Melbourne y viene entregando partidos de alto vuelo tanto en mujeres como varones.
Sorprenden algunos resultados: del cuadro masculino, por caso, la temprana salida de Nalbandian, el adiós de Fernando González (finalista en el 2007), los reveses de Andy Roddick y el sospechado Davydenko -ambos top ten- en tercera ronda. En mujeres, la caída de la belga Henin resultó lo más destacado. Claro que hubo gratas apariciones: el juego mostrado por el alemán Kolscherberger, la garra del chipriota Baghdatis (quien parece entender el juego de otra forma) y el francés Tsonga (todavía en competencia), entre otros, conmovieron a todos. El serbio Tipsarevic, en tanto, se perfila como el único que puso realmente entre las cuerdas al número uno del mundo, Roger Federer.
Hasta ahí lo estrictamente deportivo. Ahora, forzando la mirada, subyacen interrogantes en cuanto a la organización de este tipo de certámenes. Partidos cada 48 horas, muchos de ellos de más de 4 horas de duración, desvían la atención en torno a la conducta de los jugadores. Prescindiendo del tema de las apuestas, asoma inevitable referirse a las estrategias para sostenerse de acuerdo a las exigencias de la alta competencia. Y, se sabe, patrocinadores y organizadores necesitan que estén los mejores en las instancias decisivas pese a los caprichos del deporte.
Cabe reponer, en consecuencia, el debatido tema del dóping como atajo a la gloria. Según Marcelo Roffé, especialista en psicología deportiva, hay dos caminos para los atletas: uno ético (el entrenamiento constante) y otro antiético (uso de estimulantes prohibidos). Teniendo en cuenta las nuevas condiciones del deporte (abundancia de partidos, calendarios sobrecargados, sponsors que presionan), resulta incómodo condenar a quienes adoptan la conducta "antiética" en términos de Roffé. Más cuando el cuerpo, en el marco de competencias cada vez más salvajes, sigue siendo el mismo. Se trata de renunciar a mantenerse arriba o adoptar actitudes no deportivas. En todo caso, el castigo no debiera focalizar en quienes incurren en el dóping sino en el andamiaje que lo soporta.
Lo dijo hace poco un reconocido tenista, aún hoy top ten, quien confesó en voz baja: "Si todos se drogan, por qué yo no".

No hay comentarios: