Por Ariel Scher
Un día, un día en el que habrá tenido fútbol en los pies, y fútbol en la historia, y fútbol en el alma, Mauro Navas decidió que, además de fútbol y fútbol y fútbol, tenía otra vocación y otra tentación: trabajar para mejorar una realidad que le duele por injusta. Y se puso a hacerlo.Navas la pasó bien como habitante de las canchas. Las disfrutó en su infancia, sobre el suelo del sur bonaerense; las volvió escenario de su oficio entre 1994 y este año, con las camisetas de Banfield, Racing, Udinese, Espanyol y Temperley, entre otras. A los 33 años, tras su último pelotazo como profesional, no dudó de que, por un lado, el fútbol le había permitido muchos desarrollos ni de que, por el otro, también el fútbol podía permitirle desarrollos a mucha gente más.Pudo quedarse solamente en la acción y sentir que su tarea estaba cumplida al contribuir con el comedor comunitario que impulsa Temperley, que es su club y casi su casa. O pudo evaluar que bastaba con encontrar un puesto de director técnico, algo que le gusta, y ejercerlo enfrentando todas las mugres modernas del fútbol. Pero sintió y supo que hacía falta más. "Los jugadores podemos hacer mucho por los demás, tenemos que capacitarnos", dijo y se dijo. Y se puso a estudiar. Inquieto por incidir en la vida social, convencido de que vale la pena hacer por y para los otros, empezó la carrera de Trabajo Social, en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora."Hay que ayudar a los pibes de Salta, a los de Misiones. El fútbol es un recurso bárbaro", explica Navas, que va modelando proyectos en los que el fútbol es rival de la desigualdad. Ni los grandes jugadores ni las grandes jugadas dejaron de cautivarlo, pero ahora su equipo incorpora los textos del pensador francés Michel Foucault, las propuestas educativas del brasileño Paulo Freire, las ideas de cada autor que le "abre la cabeza" denunciando las miserias de este tiempo. Ese partido juega ahora Mauro Navas, el mejor partido de todos desde que la vida es vida y la gente es gente. Lleva un par de libros en la mano, guarda una memoria de fútbol en las piernas y la voluntad de cambiar el mundo le late en el corazón.
jueves, 6 de diciembre de 2007
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