Revisando las formaciones de poderosos Boca y River, cobra trascendencia reponer cuan impiadosas son las reglas del éxito en este país. Y que engañosos suelen ser los discursos dirigenciales a la hora de formar juveniles, apuntalar a los pibes y bla bla bla.
Veamos el caso de Boca. Del once titular presentado en la novena del clausura, apenas dos surgieron en las inferiores xeneizes, Sebastián Battaglia y Pablo Ledesma (Jonathan Maidana no cuenta ya que proviene de Los Andes), configurando una auténtica estafa para quienes compraron la promesa de Maurizio Macri hacia fines del 95. Hurgando en el archivo: "9 de los 11 titulares serán patrimonio de Boca". Marginado Neri Cardozo, relegado Mauro Boselli y condenado el pibe Urribari, conviene revisar los discursos de campaña de cara al comicio que se avecina.
El caso de River es aún peor. Tras la cruel decisión de apartar al ya difunto Delem, nada bueno ocurrió durante la gestión de J.Rossi y -aunque le resta crédito- de Gabriel Rodríguez. En la contienda ante Lanús, por caso, solo Augusto Fernández dio la talla como producto genuino. Oscar Ahumada y Ariel Ortega, nacidos en River, están más para el seleccionado seniors que tan buenos resultados viene dando por nuñez. Por otro lado, River y unos cuantos otros del fútbol local ven en cada aparición juvenil montones de euros antes que proyectos de crack. Peor: los mandan al matadero sin el tiempo de cocción suficiente.
En suma, la situación no tendrá salida si las urgencias y los negocios prevalecen sobre el indispensable rol formativo de las instituciones. Y, se sabe, un club sin lugar para su semillero es apenas una cáscara vacía.
lunes, 17 de septiembre de 2007
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