miércoles, 3 de octubre de 2007

Indignos

¿Por dónde empezar? El hecho: River perdió inobjetablemente 4 a 1 con Argentinos Juniors computando su cuarta derrota en el certámen, todas en condición de visitante. Registra 11 goles en contra en sus últimas tres presentaciones, marcha a 9 puntos del puntero (Independiente) y tiene la defensa más goleada.
Más grave es la sucesión de errores dirigenciales que redundaron en la obstinación de un deté moribundo, cuyo ciclo finalizaba en junio y se prolongó indebidamente hasta diciembre. ¿El argumento esgrimido por el entrenador con aval de las autoridades? Ganar un título antes de fin de año. ¿Los padecimientos? Múltiples. Y no solo para los seguidores de River.
Veámos.
Tras la eliminación copera a manos del Caracas FC de Venezuela (con dos derrotas incluidas), la imagen de la institución desmejoró de modo alarmante. Valga esta sensación registrada en la calle: le consta a este cronista que las cargadas rivales -Boca- disminuyeron considerablemente. Habrá que analizar más científicamente esta improvisada hipótesis aunque desde aquí esbozamos su justificación: para que haya juego se necesitan dos. Repárese sino en la frase de Maurizio Macri, ex presidente de Boca, luego de la victoria millonaria ante el Botafogo: "Me alegró su clasificación. El fútbol argentino necesita un River fuerte". Ironías al margen, lo del jefe del gobierno de la Capital trasluce cómo el poder del fútbol ha puesto el ojo en los avatares de una rivalidad peligrosamente en crisis.

El presidente que nunca fue

Claro que la debacle millonaria no empezó con el cuestionado entrenador. Lleva al menos 4 años y fue señalado por hinchas y aficionados mediante modestas expresiones. Por ejemplo, hubo denuncias de agrupaciones políticas (aunque sin cobertura mediática), críticas en foros y páginas de internet, cartas de lectores a los medios. En ningún caso hubo respuesta ni de la dirigencia ni de aquellos comunicadores ligados a la entidad. Más: algunos periodistas caracterizados de la institución ignoraron los señalamientos de la tribuna adujendo intentos "golpistas" o "interesados". Curiosamente, hoy muchos de ellos editorializan con vehemencia sobre los males del club.
En el medio, el crecimiento de numerosos episodios de corrupción que involucran al actual presidente. La proliferación de grupos inversores, el saqueo de las divisiones inferiores, las prebendas a la barra, los balances no disponibles para asociados, asoman como las características salientes de la gestión Aguilar. Cercado por la crisis actual, constituye toda una incógnita saber si el papado dirigente cumplirá su mandato hasta diciembre de 2009. De acuerdo a sus palabras, y para completar el cuado irreversible, pareciera que sí: "Por culpa de la oposición, estoy apto para la re-relección. Veré si me presento de nuevo", señaló el ahora canoso mandamás, hace pocos días, a Diario Popular.

El futuro

Ya sin Passarella en el banco, la tambaleante dirigencia tendrá una tarea titánica para sortear el posible llamado a elecciones anticipadas. Contratar a Ramón Díaz - primero en preferencia para la gente de River-, conllevaría un gesto de debilidad para la actual conducción. Y se sabe que la soberbia suele ser el rasgo distintivo de esta gestión. Aunque no parece haber demasiadas opciones para esta conducción.
Otro factor relevante será cómo recomponer la imagen de un club devastado en lo deportivo. Es cierto, más bajo no se podrá caer (el presente texto fue escrito antes del partido con Boca) El problema es que esto mismo se dijo en 2005 y 2006. ¿La posibilidad del descenso será el límite?
En cualquier caso, habrá que atender las respuestas de los hinchas. Algunos de ellos ya migraron a otros equipos, muchos asisten absortos al derrotero del club y el resto descarga su furia con hechos violentos. A propósito, conviene reeditar una frase en virtud de su vigencia: el interrogante no es por qué existe tanta violencia en River, sino cómo no habrían de existir episodios de violencia con una dirigencia de este tipo. Peor: es milagroso que no haya desgracias peores.
Perseveren dirigentes, ya lo van a conseguir.

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