La carta de Passarella sigue causando estragos en los hinchas. Todavía con vida en ambas competencias (al menos hasta el domingo), la promesa de hacer las valijas de no cosechar algún título parecía cosa juzgada tras el 1-4 ante Argentinos. La paliza a Boca en el clásico modificó el panorama y un sector de la prensa exitista no desestimó un nuevo período de DP "aunque no se gane nada".
Claro, existen matices que trascienden los resultados. Y esta bien que así sea. Si el fútbol despierta pasiones es, precisamente, por ese plus de situaciones y condimentos que trascienden el score final. Enumeremos matices: la confirmación de un equipo sólido y vistoso, la promoción de juveniles, el amor propio para honrar la divisa.
Ahora bien: la realidad indica que este River "en racha" no alienta expectativas a corto y largo plazo. Muchísimo menos aprueba en el ítem carácter y personalidad. Prueba de ello fue el planteo del entrenador millonario ante los laboriosos violetas de Defensor. Con ventaja y público a favor, el técnico priorizó especular antes que arriesgar por una victoria. Eso en River se paga caro aunque la suerte, esta vez, le haya hecho un guiño al equipo argentino. Más preocupante fue la escasa -o nula- respuesta para no dejarse amedrantar por el impetú de Defensor, que no es Peñarol ni Nacional, es simplemente un modesto equipo que juega bien al fútbol y le sobra temple. Existen sustanciales diferencias entre ambos clubes para pedir la hora de ¡local!.
Volviendo al inicio, los tiempos parecen acortarse para el entrenador. Y habrá que analizar el valor de la carta cuando se cumpla el plazo. Conseguir un título, a la altura de los acontecimientos, no solo parece una quimera sino que, consumado el milagro, tampoco estimularía grandes cambios para la temporada siguiente. Por eso conviene relativizar el valor de los resultados. Porque, verdad de perogrullo, no siempre el que gana tiene razón. Más allá de los festejos y alegrías que generan los campeonatos, siempre es más importante evaluar la totalidad del proceso.
miércoles, 31 de octubre de 2007
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